La Cova de les Dones es uno de esos lugares que pasan desapercibidos entre nuestros rincones naturales. Una pequeña cueva de apenas 30 metros de profundidad en la vertical pared de un estrecho y complicado barranco. Normalmente estas pequeñas oquedades en la montaña han sido refugio de pastores en el pasado siglo. Si las oquedades no eran muy profundas, sobre todo en piedras calcarenitas como el Monte Arabí, sirvieron como refugio durante el neolítico y si hay suerte podemos contemplar en ellas las pinturas rupestres típicas del Levante peninsular. Cuando las cavidades tenían una cierta profundidad y la luz exterior no llegaba a todas sus salas, se convertían en santuarios donde realizar ritos sagrados en tiempos pasados. Éste parece ser el caso de la Cova de le Dones que nos ocupa en este reportaje. La Cova de les dones está situada en la provincia de Alicante al norte del municipio de Aigües (también conocido como Aguas de Busot). Es una zona con tradición “cuevil” porque no lejos de allí, en el municipio cercano de Busot, se encuentran las famosas Cuevas de Canelobre con espectaculares salas y extraordinarios espeleotemas. Nuestra cueva de hoy no tiene nada que ver con aquella. Es una modesta caverna con una entrada de unos diez metros de largo por algo más de tres metros de altura orientada al noroeste. La primera de sus salas es la más espaciosa y luminosa. Al fondo de esta sala, en la parte derecha, se abre una gatera por la cual podemos reptar para llegar a otras dos salas de pequeño tamaño en las que la oscuridad es casi total. Desde la última de estas salas podemos trepar por la pétrea pared con unos escalones tallados muy rústicamente hasta una sala de tan baja altura que es imposible ni siquiera sentarse (apenas medio metro de suelo a techo).Lo curioso de esta cavidad es que en la parte más profunda e inaccesible de la cueva se encontraron restos de cerámica Ática de figuras rojas, cuya técnica llegó a la Península Ibérica en el siglo IV a.C. procedente de Grecia que se hizo accesible a las poblaciones Íberas urbanas del Levante, sureste y la alta Andalucía. También aparecieron en las salas más inaccesibles cerámica Ibérica común e Ibérica pintada también de entre los siglos V y I a.C. Como siempre la gran pregunta es ¿qué hacía allí esa cerámica si apenas podía estar una persona sentada en esas salas? Para tratar de imaginar una teoría que dé respuesta a esta incógnita debemos apoyarnos con otros dos hallazgos de la cueva. El primero es una canal tallada en la roca de seis metros de longitud y unos veinte centímetros de ancho que penetra en la cueva para conducir agua y que se ha datado también de aquella época. El segundo son unos escalones tallados en la pared para acceder a las salas pequeñas. También nos puede ayudar, para conocer el fin de todo ésto, que no se haya encontrado en ella ningún enterramiento. Uniéndolo todo y sabiendo que los santuarios íberos naturales (loca sacra libera) estaban situados en cuevas aisladas; que la religión ibérica incluía agua en sus rituales de fecundidad y la productividad agraria; y que las ofrendas cerámicas eran para sus ritos funerarios o de paso a las diferentes edades; nos permite suponer que en esta cueva se podrían realizar ritos de paso de niños a adultos o de jóvenes a guerreros o chamanes. Por tanto, podemos imaginarnos a jóvenes íberos entrando en la cueva para demostrar su valentía, dejando atrás su anterior estado y saliendo convertidos en hombres adultos, valientes guerreros o sabios chamanes. Un estado larvario que desaparece para renacer en un nuevo estado gracias a la madre tierra y a su útero de piedra.Sin duda es una idea preciosa que nos permite visitar este rincón con otros ojos. Mientras nos arrastramos por sus estrechas galerías nos fundimos con compatriotas de hace 2500 años temerosos de la oscuridad que superando sus miedos se transformaban para siempre. Tal vez sólo se trata de un refugio de pastores donde se cobijaban y realizaban ritos de fertilidad para sus animales o sus campos. En todo caso es la unión de la naturaleza y la cultura humana conviviendo.
La Cova de les Dones es uno de esos lugares que pasan desapercibidos entre nuestros rincones naturales. Una pequeña cueva de apenas 30 metros de profundidad en la vertical pared de un estrecho y complicado barranco. Normalmente estas pequeñas oquedades en la montaña han sido refugio de pastores en el pasado siglo. Si las oquedades no eran muy profundas, sobre todo en piedras calcarenitas como el Monte Arabí, sirvieron como refugio durante el neolítico y si hay suerte podemos contemplar en ellas las pinturas rupestres típicas del Levante peninsular. Cuando las cavidades tenían una cierta profundidad y la luz exterior no llegaba a todas sus salas, se convertían en santuarios donde realizar ritos sagrados en tiempos pasados. Éste parece ser el caso de la Cova de le Dones que nos ocupa en este reportaje. La Cova de les dones está situada en la provincia de Alicante al norte del municipio de Aigües (también conocido como Aguas de Busot). Es una zona con tradición “cuevil” porque no lejos de allí, en el municipio cercano de Busot, se encuentran las famosas Cuevas de Canelobre con espectaculares salas y extraordinarios espeleotemas. Nuestra cueva de hoy no tiene nada que ver con aquella. Es una modesta caverna con una entrada de unos diez metros de largo por algo más de tres metros de altura orientada al noroeste. La primera de sus salas es la más espaciosa y luminosa. Al fondo de esta sala, en la parte derecha, se abre una gatera por la cual podemos reptar para llegar a otras dos salas de pequeño tamaño en las que la oscuridad es casi total. Desde la última de estas salas podemos trepar por la pétrea pared con unos escalones tallados muy rústicamente hasta una sala de tan baja altura que es imposible ni siquiera sentarse (apenas medio metro de suelo a techo).Lo curioso de esta cavidad es que en la parte más profunda e inaccesible de la cueva se encontraron restos de cerámica Ática de figuras rojas, cuya técnica llegó a la Península Ibérica en el siglo IV a.C. procedente de Grecia que se hizo accesible a las poblaciones Íberas urbanas del Levante, sureste y la alta Andalucía. También aparecieron en las salas más inaccesibles cerámica Ibérica común e Ibérica pintada también de entre los siglos V y I a.C. Como siempre la gran pregunta es ¿qué hacía allí esa cerámica si apenas podía estar una persona sentada en esas salas? Para tratar de imaginar una teoría que dé respuesta a esta incógnita debemos apoyarnos con otros dos hallazgos de la cueva. El primero es una canal tallada en la roca de seis metros de longitud y unos veinte centímetros de ancho que penetra en la cueva para conducir agua y que se ha datado también de aquella época. El segundo son unos escalones tallados en la pared para acceder a las salas pequeñas. También nos puede ayudar, para conocer el fin de todo ésto, que no se haya encontrado en ella ningún enterramiento. Uniéndolo todo y sabiendo que los santuarios íberos naturales (loca sacra libera) estaban situados en cuevas aisladas; que la religión ibérica incluía agua en sus rituales de fecundidad y la productividad agraria; y que las ofrendas cerámicas eran para sus ritos funerarios o de paso a las diferentes edades; nos permite suponer que en esta cueva se podrían realizar ritos de paso de niños a adultos o de jóvenes a guerreros o chamanes. Por tanto, podemos imaginarnos a jóvenes íberos entrando en la cueva para demostrar su valentía, dejando atrás su anterior estado y saliendo convertidos en hombres adultos, valientes guerreros o sabios chamanes. Un estado larvario que desaparece para renacer en un nuevo estado gracias a la madre tierra y a su útero de piedra.Sin duda es una idea preciosa que nos permite visitar este rincón con otros ojos. Mientras nos arrastramos por sus estrechas galerías nos fundimos con compatriotas de hace 2500 años temerosos de la oscuridad que superando sus miedos se transformaban para siempre. Tal vez sólo se trata de un refugio de pastores donde se cobijaban y realizaban ritos de fertilidad para sus animales o sus campos. En todo caso es la unión de la naturaleza y la cultura humana conviviendo.